sábado, 6 de septiembre de 2014

Capitulo 01

Gina miraba aburridamente su nuevo desafío, su nueva escuela. No era que fuera la primera vez que estuviera frente a un nuevo instituto llena de gente desconocida.
Para ser sinceros, este establecimiento era su número treinta y cinco en la vida de Gina.
Ella, no podía entender cómo era posible que su madre la arrastrara nuevamente a mudarse. Ella no entendía por qué se tenían que mudarse cada vez que su madre terminaba con alguno de sus novios.
<< ¿Por qué no se compra un consolado? por último, el aparato no le rompería el corazón >>
Gina ya estaba cansada de ser la chica nueva que nadie recuerda. Ella estaba cansada de ser la chica nueva que se mudó antes de terminar un semestre o ser la chica que camina sola por pasillos a causa de no tener amigos.
<< ¿Para qué hacer amigos y encariñarse si no viviré en esta nueva ciudad un semestre completo? >>
Lo mejor según ella, era evitar problemas y ser indiferente. Era la mejor opción para solucionar Tal problema.
_ ¿Lista?- le pregunta su madre cerrando la puerta del auto.
La Madre de Gina, Daniela era la clase de mujer que cuando una chica está a su lado - por muy guapa que sea - siempre la minimiza con su belleza y simpatía.
Daniela con su cabello marrón, sus ojos castaños y sus labios muy bien pintados rojos, hacía que su propia hija se opacara con su presencia. Daniela era una mujer que no pasaba desapercibida en ningún sitio. Ni siquiera en ese momento, en la escuela de su única hija.
Ya abajo del auto, ambas mujeres caminaban por el estacionamiento que a esa hora de la mañana estaba acaparados por estudiantes y profesores.
Las miradas indiscretas y lujuriosas de los jóvenes alumnos, como también de inspectores, auxiliares y profesores, hacia la más mayor de las Torres, hacía que Gina se sintiera incomodan y enfada.
Fulminado a cada hombre con mucha hormonas, Gina se voltio hacia su madre que camina tranquilamente moviendo sus caderas a cada paso que daba.
_ ¿Podrías dejar de mover tu trasero? - le pregunta Gina con voz hostil - O mejor dicho... dejar de querer ser el centro de atención, por una sola vez.
_ No trato de llamar la atención, Gina.
_ Bueno, si no quisieras llamar la atención; te vestirías como cualquier madre normal lo haría. No como una Stripper barata. 
Daniela al escuchar las palabras venenosas y llenas de furia por parte de su hija, frunció el ceño frustrada al no entender a que venía su odio hacia ella. Pero antes de que Daniela pudiera decir alguna palabra, su hija comenzó su marcha mucho rápido, dejando a la joven madre mirándola confundida y sin entender su repentino ataque de irá.

(***)

_ No es normal que nuestra escuela reciba a alumnos nuevos a mitad de año y menos en el último curso de instituto.
La oficina del director era bastante pequeña, para las otras oficinas de Otros directores que Gina había conocido en sus largos y solitarios dieciocho años. Pero lo que no cambiaba nunca, era el discurso.Todos eran igual e incluso, Gina sospechaba que todos los Directores de todo el país, se ponían de acuerdo en con aquel discurso.
Aburrida por aquel alegato de; “En nuestra escuela es importante… bla, bla, bla… la disciplina… bla, bla, bla… para una mejor educación con mejores profesionales para un cercano futuro…. Bla, bla, bla y bla”
Gina comenzó a mirar muy interesada la oficina en que se encontraba. Según las chicas la personalidad de las personas se podía reflejar en distintas área, como por ejemplo;
a) La forma de su aspecto: basándose en la forma de vestir, la forma de hablar, expresarse e incluso la forma de sus gestos.
b) La forma de ver como es una persona: Ahí, Gina se fijaba en la forma en que decoraban el lugar que pasaban mucho más tiempo. Como por ejemplo su lugar de trabajo, casa, cuarto, Etc.
Así que basándose en su teoría, Gina comenzó a analizar la personalidad de aquel hombre detrás del escritorio.
El Director Sample era un hombre afroamericano de contextura delgada, con cabello negro corto y muy rizado. Tenía una sonrisa encantadoras y gentil. Era la clase de hombre que uno podía sentir la confianza para contar tu problemas familiares, tu primera relación sexual, tristezas, alegrías y toda esas cosas que un adolescente no capaz de contar a sus padres.
Era un hombre muy bien vestido, traje hecho a la medida y perfectamente planchado, y eso hizo que Gina tuviera una pequeña idea de un su método de educación en la escuela.
Su oficina había varias fotografías personales pegadas en la paredes, donde lo mostraba él y a su familia.
En su escritorio de madera descontinuada, descansaba varios papeles y carpetas sin orden. Y como decoración, una figura de yeso en forma de una mujer con muchas curvas – con bastante peso – boca abajo completamente desnuda. No era una figura obscena, si no que daba una muestra de la belleza femenina que pocos hombres admiran.
Así paso varios minutos Gina mirando cada detalle de la oficina de su nuevo director. Con lo que ella pudo descifrar la siguiente personalidad;
1) El Sr. Sample era un hombre comprensible y gentil.
>> Era la clase de hombre que sabía escuchar a sus alumnos a pesar de que no lo merecieran.
2) Era fans de la antigua educación. Ordenada y correcta.
>> Era un hombre que no se le escapaba detalle alguno, aunque fuera el más mínimo.
3) El Director Sample, era un hombre de familia que siempre quería verse cercano a sus alumnos.
Y como último... El Sr. Sample, necesitaba un ordenador y un asistente más eficiente.
_ ¿Le parece bien Srta. Torres?
Esa era la voz del Sr. Sample llamando la atención de Gina haciéndola sobresaltar de su asiento. 
Sin querer decir que no había estado prestando atención a lo que hablaban, Gina se limitó a decir lo que ella concurridas veces le decía a madre cuando está le hablaba y ella no le prestaba atención.
_ Sí, claro – le contesta la chica con una sonrisa nerviosa.
_ ¡Fantástico! – Exclamo el hombre – Iré a hablar con él de inmediato. 
>>Así que si no les molesta ¿Me podrían esperar unos minutos en la recepción?
Las dos Torres, asistieron forzando una sonrisa que no le alcazaba a llegar a los ojos.
Al ver a las dos Féminas hacer lo mismos gestos, el Sr. Sample sonrió al ver lo mucho que las dos mujeres se parecía a pesar de que eran totalmente diferente, en lo que respectaba a la personalidad.
Poniéndose de pie, el Director Sample y las dos Torres, se dispuso a salir de la oficina.
Al minuto en que el Sr. Sample desapareció de la recepción, dejando a las dos mujeres solas – Experto los dos chicos que se encontraban sentados a vasta metros de ella y la Recepcionista/Secretaria – Gina se voltio hacia su madre y le susurro, preocupada:
_ Dime que no he estado de acuerdo a unirme a las animadoras.
_ ¿Qué tienes contras las animadoras? – Pregunta su madre indignada – Yo fui una en el instituto, en mi último año. Y no hay ningún pecado en ello...
_ ¿No fue en tu “último año”, que quedaste embarazada de mí?
Su madre le dio una mirada asesina, antes de volver la vista hacia la puerta de cristal, donde hace unos minutos se había ido el Director Sample. 
La mandíbula de Daniela estaba tensa y sus labios hacia una sola línea. Gina, sabía que había ofendido a su madre, pero no sentía culpa o remordimiento en ello, sino todo lo contrario. Ella se sentía realmente orgullosa por sus palabras.
_ Dijo que traerá a un chico, para mostrarte la escuela - Dice Daniela, después de unos segundos - Creo que se llama Dean.
(***)
_ Eso no es justo - Dice un chico después de escuchar a el Sr. Sample decir su discurso de " Como pagar mal comportamiento con trabajo comunitario".
Dean estaba harto de estar en detención, eso era cierto, pero prefería estar en detención a que tener que pasar su día completo con quien sabe que fuera él tal Torres.
Todo el mundo sabía que, Dean odiaba tener que compartir con personas que no son de su círculo de amistad. Y sobre todo, Dean odiaba compartir con personas que no sabía tabla un tema - según él - realmente interesante en una conversación.
No era un chico típico que salía en las películas de adolescentes o como los describen las novelas. Dean no era el chico deportista estrella de la escuela, ni tampoco era el chico malo que todo el mundo temía. Dean se describía - él mismo - como un chico con ideas propias, con sus propias ideologías.
Encajar en un grupo de estudiantes no era prioridad, ni tampoco le interesaba ser el rey del baile. Su mayor preocupación era entrar a una buena universidad. 
_ La vida no es Justa, Sr.Munn – Le dice el Director con una media sonrisa en su rostro
_ ¿Y qué pasa con los chicos del grupo de Bienvenida escolar? Ese es su trabajo, no el mío.
_ ¿Chicos? – pregunta el Director largando una carcajada – ¿Grupo? Él único que era parte de ese "Grupo" de Bienvenida escolar, era Jeremy Michell y aun trata de recuperes de tu último jugarreta.
_ No fue mi culpa que él tuviera una piel delicada.
_ No le hubiera pasado nada a el Sr. Michell sino hubiera tirado pintura en plena clase de educación física... - Sr. Sample negó desconcertado - Aun no entiendo cuál era el motivo - suspira encogiéndose de hombros - Pero bueno...
Dean pone los ojos en blanco.
Él no entendía porque el director Sample y el entrenador Rodríguez se empeñaban en culparlo a él por algo que había hecho Mark, no él.
En pocas palabras, Dean estaba en el lugar y en el momento equivocado.
<< Me lo pagaran, malditas Gusano. Me las pagaras por esto…>>
_ Es esto o suspensión…Y sé que estas postulando para entrar a Columbia y una suspensión por mal comportamiento arruinaría su postulacion. 
>> Piense lo, Sr. Munn, es solo un día - Insiste el Sr. Sample - Y quien sabes, quizás te agrade.
Dean bufa burlesca mente, para luego decir seriamente:
_ Lo dudo.

(***)

_ Gracias - dice Gina al recibir su nuevo horario de clase.
La asiste del Sr. Sample, que debería tener más años que su abuela, le dio una sonrisa atenta y cariñosa, antes de volver su atención a su trabajo.
Gina se girando sombre sus talones, ve a su madre muy entretenida.
Frunciendo el ceño y dando una mirada asesina, Gina comenzó a caminar hacia su madre que estaba charlando con dos chicos, que probablemente debían tener la misma edad que la chica.
Al llegar al lado de su madre, Gina fulmina a ambos chicos que miraban a su madre como pedazo de carne, antes de aclarar su garganta para llamar la atención de aquel grupo.
Tres pares de ojos se fueron directo en dirección de la chica, con ceño fruncido.
Gina miro con cara de pocos amigos al Chico más alto de cabello rojizo Zanahoria que tenía el brazo sobre el hombro de su madre, para después decir:
_ Mi madre solo sale con “Hombres” que tengas una polla lo suficientemente grande para satisfacerla.
>> Lo siento, pero dudo que ustedes dos, tengan esa característica.
Los ojos de Daniela como el del chico pelirrojo, se abrieron exageradamente por la sorpresa.
Pero los que estaban realmente entretenidos por la situación eran el otro chico y la Recepcionista/Secretaria, la cual se escuchaba desde lejos reír.
El chico pelirrojo soltó a la madre de Gina, para lograr darle un fuerte golpe en la nuca a su amigo.
_ Deja de reírte – dijo el pelirrojo entre dientes, haciendo que su amigo riera mucho más fuerte que antes.
Gina miro con mucha simpatía al chico que reía. Él era un poco más bajo que el pelirrojo, su cabello era rubio claro y su ojos color miel. Él tenía bástate peso encima a la diferencia de su amigo, pero sus rasgos de sus rostro era mucho más atractivas que el pelirrojo.
Era bastante mono, según Gina
Con la mirada de odio, el chico pelirrojo miro a Gina desde la punta de la cabeza hasta la punta de sus pies. Cuando volvió la vista hacia el rostro de su nueva enemiga, el pelirrojo dijo con voz aburrida:
_ ¿Tú eres...?
_ La Hija de la mujer que te tratas de Ligar, Grandísimo Idiota.
_ Entonces te pareces a tu Padre - murmura el chico pelirrojo.
Para la mala suerte del chico, Gina lo había escuchado. Y como señal de a ver oído su mal comentario, la menor de las Torres le dio una mirada asesina que hizo que ambos chicos dieran un paso atrás.
Antes que Gina lograra abrir la boca para decir algo desagradable al chico que la había ofendido, su madre, Daniela, la interrumpe.
_ Gina, cariño - Dice Daniela tomándola del brazo y jalándola lejos de los dos chicos.
Cuando ya estaba lo suficiente lejos para que ambos chicos no las escucharan, les dice entre dientes:
_ ¿Qué rayos te pasa, Gina?
_ ¿Qué me pasa? ¡Por Dios, Daniela! Me ha insultado.
_ Claro, porque tú lo insultaste primero.
_ ¡Genial! Ahora lo defiendes – Contesta la chica secamente – Dime… ¿Cuál de los dos será mi nuevo padrastro? ¿La cabeza de zanahoria que estas defendiendo?
_ Gina ¿por quién me tomas…? – pregunta su madre quebrándosele la voz.
_ Por una mujer que ha tenido más novio de lo que tiene de edad.
_ ¿Tanto te molesta eso?
_ ¡Pues claro que me molesta! – Grita la joven molesta – Ya que cada vez que algún idiota se aburre de ti, nosotras tenemos que mudarnos.
Se producción un gran silencio en toda la oficina, un silencio incomodo que de momento hizo que Gina sintiera vergüenza por aquel arrebato de ira, pero solo no significaba que ella estuviera arrepentida.
_Ya estoy bien... – dice Gina rompiendo el silencio – no es necesario que te quedes más tiempo conmigo.
_ ¿Quieres que me vaya?
_ Si, Daniela - contesta la chica dándole la espalda - Vete a conseguir nuevo novio. Pero por favor... que no sea alguno de mis compañero de clase.
Dicho eso la chica se fue a tomar asiento en la de las esquinas más lejanas.
Sacando su reproductor, Gina se pone ambos auriculares para escuchar música a todo volumen y así ignorar todo a su alrededor

(***)

Daniela se sentía molesta y dolida. Pero a pesar de todo, entendía el enfado de su Hija.
Ella tenía la culpa de todas las mudanza y de que su hija no tenga la vida normal de cualquier adolescente debería tener.
<< Si dejara de tener citas y evitara enamorarme de hombres sin corazón que solo quieren mi cuerpo ¿Las cosas serían diferentes?
Si se dejaran de mudarnos y por fin nos estableciéramos en una ciudad ¿Gina sería diferente y feliz? >>, Esa era las preguntas que Daniela se hacía caminado por los pasillos, ahora vacíos de la nueva escuela de su hija.
Daniela había tratado de acercarse a su hija como le había aconsejado su terapeuta y su madre, pero las cosas había salido peor. Su hija la odiaba y hacerle caso al consejo, le había servida para darse cuenta de eso.
Lo que no lograba entender era que en que minuto su hija que era amante de los animales, cariñosa y amable se había convertido en lo que ahora era.
Daniela niega con la cabeza a oír la respuesta en sus pensamientos. Ella la había convertido en lo que era ahora.
Secándose ambas mejillas y limpiándose el maquillaje corrido, Daniela comenzó a caminar mucho más deprisa por los pasillos, para así llegar pronto al estacionamiento.
Pero ante de cumplir su objetivo. Daniela lo ve y “él” la ve a ella.
Él seguía como Daniela lo recordaba. Tan guapo como la primera vez que lo vio.
Su cabello y ojos marrones, su ancha espalda y sus facciones del rostro bien marcadas. Todo seguía igual, solo que ahora ya no tenía Dieciocho y ella tampoco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario