El ambiente estaba denso y la lluvia no se cesaba por Días...
Elizabeth se encontraba mirando por la ventana con su tazón de café cargado entre sus manos. Su cabellos rojizo se encontraba húmedo por la fuerte lluvia que caía fuertemente fuera.
Se sentía agotada, como si su hubiera corrido una mataron de 30 kilómetro en la orilla de mar.
Hace mucho tiempo que Daniel no se había aparecido en sus aposentos, hace mucho que no había visto ese rostros Angelical.
La cosas se estaban poniendo feas, según Elizabeth, la depravación del mundo y la excesiva falta de criterio de las personas estaba siendo que su trabajo cada día sea mas pesado.
<< ¿Que pasaría si la gente común y corriente pudiera ver lo que ella ve?- se preguntaba Elizabeth- ¿Serian igual de inconscientes? ¿Harían las mismas cosas? >>
Elizabeth sentía que su cabeza iba explotar. La fuerzas que había usado hoy con la terca y siniestra Norma, la habían debilitado por completo y sabia que las fuerzas que había usado no la podría recuperar hasta dentro de un mes o más.
Elizabeth, dejo el tazón, medio lleno sobre la mesa de la cocina. Le puso de pie y a pasos lentos y forzados comenzó a caminar hacia su habitación.
Caminado por los estrechos y en mal estados, pasillo de la su casa, Elizabeth se detiene en medio de esté.
El fuerte gemido de su pequeño cachorro le llamo la atención.
<< Jim nunca ladrada y nunca hacia ruido>>
Elizabeth comenzó a caminar hacia la sala donde provenía aquel sonido que hacia que su corazón latiera mucho mas fuerte de lo normal. ¿Que le ocurría a su pequeño al cachorro? ¿A que venia tan doloroso sonido que emitía?
Cuando llega a la pequeña sala, todo estaba en su lugar. La mesa de centro en su lugar, el sofá de terciopelo de color crema - que le había costado su sueldo de un mes - yacía en el mismo lugar y en este mismo, el pequeño Jim dormía plácidamente.
¿Que había ocurrido? Ella esta segura que su pequeño perro estaba gimiendo de dolor... Elizabeth se pasa la mano por su - ahora - alocado cabello rojizo.
_ Me estoy volviendo loca. Me estoy volviendo paranoica - murmuro en voz baja
Antes de emprender su camino devuelta a su habitación, el sonido de algo cayendo en el piso hizo que que Elizabeth se pusiera en alerta.
Los- pequeños y pocos- vellos de los brazos se le erizaron.
Rápidamente Elizabeth comenzó a caminar en dirección de la cocina, donde venia aquel sonido. Al llegar a la puerta de la cocina, ella pudo ver la mimo tazón - que había usado hace unos minutos atrás - en el piso, echo trizas.
En aquella cocina no había nadie, ningún ser que hiciera deducir que algo andaba mal.
La vista de Elizabeth se posa en la ventana de la cocina. Se encontraba abierta hasta atrás.
<< Quizás se abrió con el fuerte viento - dedujo ella- quizás el mismo viento fue el causante que aquel tazón cayera al piso>>
_Eres un paranoica, Elizabeth - se dijo ella misma - tienes que tranquilizarte... - esta comenzó a caminar rápidamente al interior de la cocina, directo a la venta abierta - Estas en casa y nada pude pasarte - cerro la venta - Nada puede entrar...
_ ¿Tan segura de eso estas? - dijo una voz ronca y profunda detrás ella.
Elizabeth, se quedo congelada en el mismo instante que escucho aquella voz. Ella no necesitaba volitarse para saber quien era... su piel estaba erizada por completo y esa era la mas grande señal que ella tenia.
Sus manos inconscientemente comenzaron a templar. No era posible, se decía ella misma, no era posible que él estuviera parado detrás de ella.
Lentamente Elizabeth comenzó a girarse en la dirección que venia aquella voz.
_Belcebu - dijo ella.
Aquel hombre que tenia frente a ella era alto,delgado, con hombros anchos y cabellera rubia hasta el los hombros - este rubio era un rubio que ella misma sabia como llamar - Sus grandes y maliciosos ojos Celeste esteba pegada en Elizabeth.
Esté sonrió lentamente, era una sonrisa que nada bueno prometía.
Belcebu comenzó a dar pasos lentos pero seguro hacia aquella mujer, frete de él. Y cuando esté estuvo cara a cara de Elizabeth, la sonrisa de su rostro se hizo mucho mas amplias y mas maliciosa.
_ Querrás decir Sr. Belcebu. ¿No te enseñaron que ser descortés y tutear a tus mayores es una falta de respeto? - pregunto este, ladeando la cabeza.
_ ¿Qu...qu.. que haces... en mi casa? - pregunto ella tartamudeando.
_ Bueno - dice el con voz cantadita - ¿Que crees? - sonríe dando un paso hacia atrás - Me canse que tú y los inútiles priveligiados me estropeen mis planes - sus ojos celestes se queda mirando fijamente a los ojos de grises de Elizabeth desnudando su alma...
_ ¿Enamorada de el esposo de tu hermana? - pregunto él - ¿Enserio? - larga un fría y desagradable carcajada - Eres patética...
_ ¿Como es que sabes eso de mi?
Este solo se limito a sonreír como respuesta.
_ Creo que no te han advertido bien de mi. No te han dicho lo que pudo y no saber. No te han dicho lo peligros y vengativo que puedo ser - sonríe - Por algo no soy Dios
Belcebu de una manera sobre natural hace alza una de sus grandes manos hacia el cielo. Después de unas palabras en un idioma, que ella no lograba entender y que hacia que un gran escalofrió recorriera todo su cuerpo, los dedos de Balcebu comenzaron a salta llamas, llamas que eran de color rojo intenso acompañado de un fuerte olor a azufre y descomposición, que lleno la pequeña cocina de Elizabeth.
Ante que ella pudiera pestaña, las llamas crecieron y corrieron a su dirección.
Casi no sintió dolor, pero el cuerpo de Elizabeth callo al piso echo cenizas...
Belcebu camino hacia el pequeño montón de cenizas en el piso y con una mirada de desprecio dijo:
_ Eso es por intervenir en mis asuntos - Sonrió - Que descanses en paz. Que Dios te reciba en sus hermoso paraíso
Calmadamente alzando las - manos en forma de oracion - y cerro los ojos.
_ Ya me pertecences - dijo y una gran luz color de color Celeste Cielo, se levanto desde las cenizas, para luego introduccirse en el cuerpo de aquel hombre maligno.
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